miércoles, 17 de enero de 2018

ELOGIO DEL CAMINAR

ELOGIO DEL CAMINAR


Caminar es una apertura al mundo.
Restituye en el ser humano el feliz sentimiento de su existencia, es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo.
Caminar, en el contexto del mundo contemporáneo , podría suponer una forma de nostalgia o de resistencia, sin embargo el caminar es el triunfo del cuerpo, con tonalidades diferentes según el grado de libertad del caminante. Asimismo propicia el desarrollo de una filosofía elemental de la existencia basada en una serie de pequeñas cosas; conduce durante un instante a que el caminante se interrogue acerca de si mismo, acerca de su relación con la naturaleza o con los otros, a que medite también  sobre un buen numero de cuestiones inesperadas, es una experiencia de la libertad, una fuente inagotable de observaciones y ensoñaciones, el goce bienaventurado de los caminos propicios a los encuentros inesperados, a las sorpresas.
Caminar, incluso si se trata de un modesto paseo, pone en suspenso temporalmente las preocupaciones que abruman la existencia apresurada e inquieta de nuestras sociedades contemporáneas.
A veces, a lo largo de las horas la caminata se hace aburrida, debido a la monotonía del paisaje, el calor, el frío, o simplemente porque el caminante no alcanza a liberarse de sus preocupaciones ordinarias. Pero el aburrimiento es a veces también una voluptuosidad tranquila, un retiro provisional lejos de ese frenesí ordinario que nos despierta desamparados y perplejos por la mañana con las manos vacías y el tiempo lleno de un vago remordimiento por no estar del todo en la tarea.


El caminante es rico en tiempo, es el único propietario de sus horas, y nada en el tiempo como en su elemento natural "La cultura de ir al paso apacigua el tormento de lo efímero".
Una caminata hay que emprenderla en soledad, porque la libertad es esencial; porque uno debería poder parar y seguir, recorrer un camino u otro, dejándose llevar por sus deseos; y porque uno debe seguir su propio paso, y no apretarlo junto al de un caminante consumado. Y además uno debe estar abierto a todas las impresiones y dejar que sus ideas se empapen de lo que ve.
Caminar ofrece una bella imagen de la existencia, siempre inacabada, pues se apoya incesantemente en el desequilibrio. Caminar es una apertura al mundo que invita a la humildad y el goce ávido del instante. Su ética del merodeo y la curiosidad hacen de él un instrumento ideal para la formación personal, el conocimiento del cuerpo y de todos los sentidos de la existencia.
El paseante es una especie de reflejo del lugar que recorre, aunque es cierto que su estado de ánimo también tiene una influencia determinante en lo que puede ver.
Todo viaje, paseo, es un discurrir, una narración anterior cuando el recorrido se imagina, y una narración ulterior que hacemos después cuando se cuenta a los amigos o a los conocidos.



Caminamos también para escribir, contar, capturar imágenes en palabras, mecernos a nosotros mismos en dulces ilusiones, acumular recuerdos y proyectos.
La ciudad no esta fuera del hombre, sino en él, impregnando su mirada, su oído y todos los demás sentidos, otra manera de descubrirse a si mismo recorriendo una ciudad. Consiste en dejarse ir a la deriva por las calles, imitando a los surrealistas. Yo me considero flâneur, paseante ocioso, que vagabundea, que callejea al acecho de los rostros o los lugares en busca de curiosidades personales, siguiendo mi propia partitura, las placas deslumbrantes y esmaltadas de los comercios son un adorno de pared tan bueno y mejor que para el burgués una pintura al óleo en el salón, los muros son los pupitres en el que se apoya el cuadernillo de notas, las bibliotecas son los quioscos de periódicos, y las terrazas de los bares o cafés balcones desde los que, hecho su trabajo, contempla su negocio. Te conviertes en un sociólogo diletante, pero también es en potencia un novelista, un periodista, un político, un cazador de anécdotas.


La tranquilidad del caminante en el centro mismo del bullicio es el resultado de una actitud personal, de la disciplina interior de quien consigue dominar sus sentimientos. Si este viaje lo realizas con tu mascota se hace aún más mágico, porque se mezcla tus sensaciones con las de ella.
¿Que importa el resultado? Lo que cuenta es el camino recorrido. No se hace un viaje; el viaje nos hace y nos deshace, nos inventa.