jueves, 5 de junio de 2014

Museo Sorolla... El pintor que aprisiono el sol
















En el jardín de Sorolla los almendros ya están en flor. Esto me consoló de la espera.
Se asciende por una escalera de mármol a la antesala del estudio, especie de pórtico helénico de serena elegancia. Las obras de arte resaltan en la decoración sobria.
Cuadros y retratos imantan los ojos, y cuando se traspasa la puertecilla del estudio, templo del arte que cobija al genio, nos sentimos invadidos por un 

respeto profundo.
El artístico orden no nos permite por el momento admirar cuánto encierra, es un conjunto de lienzos pintados, de bajorrelieves, de brocados y sedas.
Junto a los bargueños que sostienen obras primorosas de los ceramistas valencianos del siglo XVIII, tapices en que se adivinan copias del Tiziano...
En la paleta de Sorolla ha sido aprisionado el sol, que se desparrama pródigo por los lienzos, en exuberancias que hieren las pupilas.
Sus mujeres son Nereidas mitológicas, princesas mediterraneas, que tomaban sus nombres de los colores y aspectos de las olas: La Glauca, La Verde, La Rápida, La Melosa.






Sorolla decía:
_Cada hombre tiene trazado su fin, y a él debe dedicar todas sus energías y las horas completas de su existencia_.
Creía que el arte tiene que ir rectamente a hacer de él una cosa útil para la vida moderna.

LOS ARTISTAS, ETERNOS PERSEGUIDORES DE LA BELLEZA CONTEMPLAN LA BELLEZA Y AL MOMENTO SE ENCIENDEN LOS CIGARROS Y SE REANUDA LA CHARLA...
























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