domingo, 9 de noviembre de 2014

PLANO SECUENCIA: ANTONIA

Una película holandesa de 1995: Antonia o Memorias de Antonia. Su directora, Marleen Gorris, la describe como un cuento de hadas feminista. Veinte años después, la película es un ejemplo de conciliación.
Si, es hora de morir. Con esta frase Antonia anticipa una elección, la de su propia muerte.
Su historia es la versión familiar de un proyecto con visión, donde cada uno pude vivir como quiere, dado que es fiel a su naturaleza o la comprobación de sus deseos, y a seguir adelante conforme a lo que puede o quiere hacer.
Con evidentes guiños al realismo mágico, la película discurre poco después de la Segunda Guerra Mundial, cuando prejuicios, y diferencias entre sexos responden a una forma exarcebada de entender la vida. La iglesia, los ciudadanos, las costumbres, todos, desde el silencio y la impunidad, son vigías para que siga abierta una enorme brecha de discriminación y maltrato.
Sin embargo, algo empieza a cambiar cuando Antonia se queda, junto a su hija, en este anónimo pueblo holandés donde nació y que es también el de sus antepasados.
En la fortaleza corpulenta de Antonia, en su manera de ser clara y recia, respira una mujer que se sabe con poder para comunicarse sin perder un ápice de compasión. Es una mujer libre y es lo que propicia para si y para todos los que empiezan a formar parte de su circulo familiar.
Cada personaje que se une a la historia de esta mujer, se vuelve a inventar a si mismo, encontrándose en su propio sentido de la vida, en el devenir de los días, sin que el paso de las estaciones instaure en las rutinas de nacimientos y muertes.
Antonia es una fiel exponente de dos cualidades femeninas: la intuición y la empatía. Desarrolladas con tal fuerza que, sin masculinizarse, se sabe respetar y valorar. Y desde ahi la relación con el hombre nace de las diferencias y se nutre de la igualdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario